sábado, 16 de agosto de 2008

Martes anterior. Recordar los sueños. Hay un camino culebrero. Estoy dentro de un carro, no sé si manejo, o si voy de copiloto, pero veo la carretera con claridad. Hay polvo. Nos deslizamos a gran velocidad, como si fuese un tramo en Dakar, subimos, cada vez a mayor velocidad, curvas y más curvas, el tiempo pasa rápido. No veo el final de la loma que estamos subiendo, pero estoy seguro que en la cima se acabará el camino. Esa es la muerte, el final de un camino polvoriento, un camino que se recorre a mil por hora. Sé que voy a morir, pero no tengo miedo, y si lo tengo se disimula en el frenético ascenso y en la adrenalina que me recorre el cuerpo. Veo la cima, los última curvas, y luego una recta, que recorremos con una enorme velocidad lenta y eterna, al final no hay nada, o sea, un abismo que se intuye, se acerca, respiro hondamente, y veo la luz, solo la luz, y exhalo en el instante que abro los ojos.

4 comentarios:

Memo dijo...

Señor C. Esta es una invitación, de uno de sus tanto alumnos. Trate de adivinar de quién.
www.nadiemelodijo.blogspot.com

Anónimo dijo...

Cuando abras los ojos voy a estar yo, como he estado siempre, esperándote y te vas a dar cuenta que todo lo que pasó simplemente fue una pesadilla y nada más.

Anónimo dijo...

Mire como ha podido hacer que sus lectoras crean que su novela es la realidad y le inviten a que cuando despierte el Señor C usted esté a su lado... le felicito

"los última curvas"

Anónimo dijo...

siempre con ese misterio tan particular que te hace dueño de todo lo que callas, de todo lo que escondes atras de toda esa sobriedad.
me encantaria que escribieses parte de nuestra aventura, aventura que la disfrutamos sin nisiquiera imaginarlo...