sábado, 6 de septiembre de 2008

Lunes anterior. Pensar, solo pensar. C se acuesta en una estera que ha puesto en la terraza, se ha quitado la camisa, el pantalón y las medias, y ha conservado el canzoncillo, por un pudor que no le queda, pero que emerge en estas circunstancias. Quizás imaginar que una vecina le espía, o peor aún que unos niños traviesos le miran desde alguna de las ventanas que circundan su departamento, le ha quitado la idea inicial que quedarse en pelotas, dejando que el sol husmee en zonas abandonadas de su cuerpo. Se tapa la cara con una sombrero de paja, y deja que el sol le dé de frente, que el sudor le caiga por la frente, que el corazón se agite todavía más, sin agua, sin cigarrillos, ni comida, solo él con la necesidad de mirar hacia dentro de su cerebro. C piensa, Y qué más da. Y así se queda unas horas, cambiando de posición como si fuese un pollo atrapado en el fuego de un asadero. Pero las nubes de Quito le ayudan, le dan cobertura, le arrebatan, para su bien, los dientes afilados del sol. Y se duerme, o cree que lo hace, pero no, son sus pensamiento de araña lo que tejen una tela en la que se deja estar. Y le llega la imagen de una mujer, es una cineasta con lentes, y una quijada puntiaguda. C camina junto a ella. Está con Ramona y Matute, y otros miembros del teatro que no recuerda. Todos visten ropa de baño. La piscina está al fondo. C está entre Ramona y la cineasta. Tomado de la mano de su madre, que habla entretenidamente con la mujer, C no presta atención a las palabras, porque está concentrado en los pequeños pelitos negros que se le escapan a la cineasta debajo de la tela del bañador. Aunque quiere desviar la mirada, o disimular, no puede, está hechizado por esos vellos que se dejan ver, que permiten intuir algo, un pubis que todavía no nace en la imaginación de C, pero que se puede presentir. Hay algo de primitivo que le hace ruborizar pero que no le impide seguir con los ojos clavados. Y la cineasta no dice nada al respecto, o se calla, y deja que la curiosidad del niño se agote pronto. Pero no sabe que C tiene la voracidad de un náufrago, y si fuera por él se sentaría frene a la entrepierna de la mujer para mirar durante horas a ese diminuto bosque que se derrite bajo el sol del mediodía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"la idea inicial que quedarse en pelotas" de?
"son sus pensamiento de araña lo que tejen una tela" los?

Anónimo dijo...

My inteligentes las palabras de C, pero el final de loq ue el niño quieres hacer?? en que estaba pensando?? no lo entendi!!!